miércoles, 11 de abril de 2012

Si los Tiburones fueran Hombres. «Historias del Señor Keuner».

-Si los tiburones fueran hombres -le preguntó al señor K. la hijita de su casera- ¿serían más buenos con los pececitos? -Claro que sí -dijo él-.

Si los tiburones fueran hombres, harían construir en el mar enormes cajas para los peces pequeños y las llenarían de alimentos, tanto vegetales como animales. Se preocuparían que el agua de las cajas se renovara continuamente y, en general, adoptarían todo tipo de medidas sanitarias. Si, por ejemplo, un pececillo se lesionara alguna aleta, en seguida le aplicarían un vendaje para que no muriera antes que lo dispusieran los tiburones. Para que los pececillos no se pusiesen melancólicos, de vez en cuando organizarían grandes fiestas acuáticas pues los pececillos alegres son más sabrosos que los melancólicos. Por supuesto que también habría escuelas en esas grandes cajas. En esas escuelas, se enseñaría a los pececillos a entrar en las fauces de los tiburones. Se les enseñaría, por ejemplo, geografía, para que supieran dónde encontrar a los grandes tiburones que andan holgazaneando por ahí. Lo fundamental sería, claro está, la formación moral de los pececillos. Les enseñarían, por ejemplo, que no hay nada más hermoso y sublime que un pececillo se inmole alegremente, y que todos ellos deberían creer en los tiburones, sobre todo cuando éstos prometan que ellos se encargarán que su porvenir sea hermoso. Se inculcaría a los pececillos que ese futuro sólo estaría asegurado para los pececillos que aprendan a obedecer. Tendrían que guardarse bien de cualquier propensión baja, materialista, egoísta y marxista, y comunicar en seguida a los tiburones si veían que en alguno de ellos se manifestaba alguna de estas tendencias.

Si los tiburones fueran hombres, lógicamente que también se harían la guerra unos a otros para conquistar cajas y pececillos extranjeros. Y enviarían a combatir a sus propios pececillos. Les enseñarían que entre ellos y los pececillos de otros tiburones hay una enorme diferencia. "Como se sabe -les dirían- Los pececillos son mudos, pero callan en idiomas muy distintos y por eso les resultará imposible entenderse". A cada pececillo que, en la guerra, matara a unos cuantos pececillos enemigos, de los que callan en otro idioma, le otorgarían una pequeña condecoración de algas marinas y le darían el título de héroe.

Si los tiburones fueran hombres, también tendrían arte, naturalmente. Habría hermosos cuadros en los que se representarían los dientes de los tiburones en bellísimos colores y sus fauces como puros jardines de placer en los que se podía retozar deliciosamente. Los teatros en el fondo del mar mostrarían una serie de heroicos y valerosos pececillos entrando entusiasmados en las fauces de los tiburones, y la música sería tan bella que, a sus sones y precedidos por la orquesta, los pececillos se precipitarían ensoñadoramente en la garganta de los tiburones, arrullados por los más encantadores pensamientos. También habría una religión si los tiburones fueran hombres. Esa religión enseñaría que los pececillos sólo empiezan a vivir verdaderamente en el estómago de los tiburones. Por otra parte, si los tiburones fueran hombres, los pececillos dejarían de ser todos iguales como ahora lo son. Algunos de ellos obtendrían cargos relevantes y quedarían por encima de los otros. Aquellos que fueran un poco más grandes hasta podrían comerse a los más pequeños. Esto sería más cómodo para los tiburones, que así podrían comerse con más frecuencia bocados mayores. Los pececillos más grandes, aquellos que desempeñaran puestos, velarían por que reinase el orden entre los más pequeños, y llegarían a ser maestros, oficiales e ingenieros constructores de cajas, etc... En resumen, surgiría una civilización en los mares, si los tiburones fueran hombres .

(Bertolt Brecht)

No hay comentarios: